miércoles, 2 de marzo de 2011

La cadena de Temporibus

Esta entrada va a ser un poco independiente de mi blog. Se trata de un capítulo que he escrito para una blognovela en la que estoy colaborando. El proyecto se llama La cadena de Temporibus y es una iniciativa de Cucaracha y Calipso. Como ya he dicho, se trata de una blognovela en la que cada capítulo está escrito por una persona diferente. Está totalmente abierto a cualquiera que quiera participar, así que si lees esto y te gusta escribir, anímate =)
Sin más dilación, aquí dejo con toda mi ilusión el capítulo:

Capítulo 6

-A ver, pensemos. Lo primero que tenemos que hacer antes de dar el siguiente paso es poner en orden las ideas y entonces decidir a dónde ir – dijo Adrián.

-Pues si… Quizá deberíamos ir de nuevo al museo. Al fin y al cabo fue allí donde nos citó el tal Damocles y casualmente había una exposición sobre su mítico tocayo allí. Puede que encontremos alguna pista sobre el reloj y sepamos hacia dónde dirigirnos – respondió Diana.

Adrián puso cara de espanto ante aquella idea. Después de todo, un tipo vestido de negro les había atacado allí y quién les aseguraba que no era el mismísimo Damocles. Así se lo transmitió a su amiga.

-No, no. No era Damocles – repuso ella -. El hombre del teléfono hablaba con un acento extranjero que no sabría muy bien definir. El tío que nos atacó habló en un español muy claro. Además, el tono de voz no era igual. La voz que me habló por teléfono parecía vieja y cansada y ese hombre hablaba de forma muy enérgica y con una voz más ronca.

El argumento de la chica pareció convencer a Adrián, por lo que se dirigieron hacia el museo. A cada paso que daban iban mirando hacia todos lados para asegurarse de que nadie les seguía ni les vigilaba, aunque Diana estaba segurísima de que no esperarían que fueran de nuevo al lugar donde les habían atacado.

Y así, hacia el mediodía llegaron al museo. Como el día anterior, la exposición sobre Damocles seguía tal cual la habían dejado, con el enorme cuadro como protagonista principal.

Diana se acercó a un grupo de turistas que estaban observando con interés la exposición para ver si escuchaba algo que pudiese interesarle. Llegó cuando justamente un señor que tenía cierto aire de sabio terminaba de contarle a su acompañante justamente la leyenda de Damocles:

- … una espada sobre él. De repente, al pobre muchacho se le quitaron completamente las ganas de disfrutar de los manjares tan apetitosos y las hermosas muchachas, así que pidió al tirano abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan afortunado. De esta manera, Damocles pudo comprender lo efímero e inestable de la prosperidad y del lujoso modo de vivir del monarca.

- ¡Vaya! Qué interesante… - afirmó su interlocutora. - ¿Y de ahí viene la frase?

- Claro. La frase “la espada de Damocles” se utiliza desde hace mucho tiempo para expresar la presencia de un peligro inminente y para ejemplificar la inseguridad en que se instalan aquellos que ostentan un gran poder, como en el caso de Dionisio II. Ahora, si quieres, te voy a enseñar la que se considera que es la auténtica espada de la leyenda. Por aquí, preciosa.

Y ambos se alejaron hacia la siguiente sala.

Diana se quedó meditando. A lo mejor debía tomarse la leyenda al pie de la letra. Posiblemente el Damocles actual estuviese en una situación similar a la del muchacho de la leyenda. ¿Poder? ¿Peligro?... Algo se le escapaba.

- ¿Di? ¿Qué ocurre? – le preguntó Adrián, preocupado.

- Estaba pensando… La voz del teléfono dijo que ya no quedaba tiempo para Damocles. ¿Y si resulta que sobre él también pende una espada?

- Pero si alguien quisiese matarlo, con los tiempos que corren, seguramente lo harían de otra forma, ¿no?

Diana no pudo evitar soltar una carcajada nerviosa.

- Anda que… Me refiero metafóricamente. Si no le queda tiempo significa lógicamente que está en peligro y que, posiblemente tenga algún cargo…

La chica dejó la última palabra flotando en el aire. De forma inconsciente había sacado el reloj del bolsillo y en ese momento miraba fijamente la esfera con una mueca de asombro. Adrián se acercó también y no pudo evitar ahogar un gritito: las agujas habían parado de moverse. El reloj siempre marcaba unos números determinados, pero Diana se había percatado de que, dependiendo de en qué lugar se encontrase en ese momento, las agujas señalaban a los números en un orden diferente. De los varios números que siempre marcaban, había uno que se repetía con frecuencia. Allí, en aquel museo, el reloj les indicaba claramente el número 4.

Continuará…

martes, 22 de febrero de 2011

Una solución ¿difícil?


Hace unos tres años, en una asignatura de la carrera que se llamaba "Traducción Audiovisual" me tocó hacer un trabajo sobre algún aspecto de la traducción en el mundo del cine. Aunque al principio me costó bastante decidirme por el tema (ya que soy bastante cinéfila), decidí analizar la traducción de las películas musicales. Para ello me centré en la película Chicago, de Rob Marshall (2002).

Ganadora de seis Oscars y nominada a otros siete, es totalmente una lástima que esta película esté ya descatalogada en las tiendas y grandes almacenes. Si ya me entusiasmaba este gran musical, haciendo el trabajo conseguí ver aspectos de ella en los que nunca me había fijado.

Mi análisis me planteó la duda de si era más conveniente traducir las canciones por completo al idioma en el que se dobla la película o si, por el contrario, resultaría más satisfactorio simplemente dejarlas en el idioma original y subtitularlas. Concretamente, en Chicago las canciones estaban subtituladas y, además, con un resultado bastante bueno. Para poder comparar las dos opciones, elegí otro musical en el que hubieran doblado las canciones directamente en español: la última adaptación al cine que se ha hecho de El Fantasma de la Ópera (Joel Schumacher, 2004).

Sin duda otro maravilloso musical. Por mi curiosidad lingüística y como objeto de estudio, visualicé la película tanto en inglés como en español. En este caso debo decir que la versión original me entusiasmó tanto por las letras de las canciones (respetando el guión original de la ópera) como por las increíbles voces de los protagonistas. ¿Quién me iba a decir a mí que Gerald Butler cantaba tan sumamente bien?
Sin embargo, mi impresión de la versión en español de la misma fue de un cariz distinto. A parte de que las voces de doblaje resultan en ciertos momentos un poco desagradables y demasiado empalagosas, las letras de las canciones resultan tan sumamente absurdas que a veces no se puede ni seguir el argumento. Me sorprendió que, aunque nuestro idioma es muy rico, tuviesen que llenar huecos en las canciones con (excesivos) "ya", como por ejemplo "la luz brilla ya" y ejemplos similares. Una verdadera pena, ciertamente.
Obviamente, es solo un ejemplo de musical traducido y no se puede generalizar. No obstante mi conclusión es que es preferible subtitular las canciones para que el hilo del argumento pueda entenderse sin impedimentos. A veces, la simple búsqueda de la rima hace que el verso traducido quede muy forzado y a su vez destruye una canción. A parte de esto, mi experiencia siempre me ha dicho que una traducción nunca jamás será tan completa ni tendrá el mismo mensaje que el original. Pensad en una frase cualquiera en inglés y después pensad en su equivalente en español. ¿Es realmente lo mismo?

Reflexionad y espero vuestras opiniones.

Y como siempre: enjoy it ^-^

lunes, 7 de febrero de 2011

Tras mucho tiempo...

En efecto. Tras muchísimo tiempo sin haber escrito absolutamente nada, me ha parecido oportuno re-comenzar (o más bien, comenzar a secas) mi blog.
Tenía en mente hablar, sobre todo, de algunas traducciones que se han hecho de libros, películas, series y demás, pero también me gustaría enfocar mi blog a otros temas que tengan algo que ver con la traducción. O no, ya veremos...

Antes de comenzar debo confesar algo: soy una pésima escritora. Creo que mi fracaso se debe en general a lo súmamente desorganizada que tengo mi cabeza. Es muy curioso. Tengo miles de ideas en mente, pero es ponerme delante de un folio en blanco (o en este caso, del ordenador) y ¡PUFFF! se desvanecen cual voluta de humo. Lo que más gracia me hace es que esto solo me ocurre cuando tengo que redactar algo inventado por mí. Cuando me pongo a traducir, por poner un ejemplo, suelo segui una serie de pasos hasta terminar del todo. Sin embargo es intentar crear algo y las ideas se amontonan intentando salir a la vez, sin ningún orden aparente. Justamente como me está ocurriendo ahora... XD

Y por ahora voy a dejar de desvariar. Prometo que esta vez sí que voy a escribir, al menos semanalmente.

Para terminar, os voy a dejar un link de un webcomic que hace poco tiempo que conozco. Si tenéis tiempo y ganas de reir, os recomiendo El Vosque. Y, ¿qué tiene que ver con la traducción? Pues que tenéis la opción de leerlo tanto en español como en inglés.

Enjoy it! ^-^

viernes, 23 de abril de 2010

Proyecto de Traducción

Hola a todos, aunque supongo que nadie leerá esto aún.
Para los que lo hagáis, me presentaré. Soy una chica sevillana a punto de licenciarse en Traducción e Interpretación. He creado este blog con la intención de hacer pasar un buen rato a los interesados en este complicado mundillo con las curiosidades que vaya encontrando. Por supuesto, todas las aportaciones serán bienvenidas.
Un saludo a todos y espero veros mucho por aquí.